Para que los memoriales no se pierdan en el camino...

¿Por qué hacer el propio blog? ¿Por qué llamarlo “memoriales”?

El día 5 de diciembre de 2011 fue, para mí, como volver a nacer. Me intervinieron, en la clínica El Ávila para drenar un hematoma “subdural”, que se había creado en mi cerebro. Y lo hicieron en el momento oportuno, cuando yo empezaba delirar y a ser inconsciente de lo que sucedía en mi entorno. Se fueron dando una serie de circunstancias, en las que Dios ciertamente ha estado presente y en las que, con la responsabilidad profesional del doctor Ernesto Carvallo, adquirí de nuevo la conciencia de volver a vivir, respirar, sentir, pensar… Ha sido un renacer a la vida, por el cuidado brindado por muchas personas y por gratuidad del amor de Dios. Como bien escribía san Ireneo: “De la misma manera que los enfermos demuestran cuál sea el médico, así los hombres manifiestan cuál sea Dios”. Por eso continúa apuntando: “La gloria del hombre es Dios; el hombre, en cambio, es el receptáculo de la actuación de Dios, de toda su sabiduría y su poder”.
Esta intervención quirúrgica ha sido en la historia de vida un memorial. Todos los días cinco de cada mes y el cinco de cada diciembre recordaré, tomaré conciencia, reviviré y celebraré el don de la vida. Podré apuntar símbolos, señalar detalles, crear un lenguaje, compartir experiencias, proponer un icono… para reactualizar la vivencia del memorial. El memorial acontece en el misterio de seguir viviendo, y en él celebro, ahora, mi vida, como la celebraron quienes me acompañaron con la ciencia, la actividad, la oración, la presencia y el afecto. Porque en el fondo ha sido un acontecimiento de fe, de responsabilidad y de presencia amorosa. ¡No he muerto, celebro la vida, y en estas circunstancias el 5 de diciembre se ha convertido, para mí, en un memorial! Por supuesto, hay otros memoriales, cada uno de ellos con matiz específico.
¿Se puede entender el memorial de esta manera?, ¿pueden darse distintos memoriales en la propia historia de vida? No cabe duda que, en el camino de la propia existencia, se dan momentos o experiencias tan significativos que dejan huella y marcan el porvenir de cada persona. ¿Cuáles son estos momentos y cómo entran en el desarrollo del crecimiento de la persona? ¿Cómo reconocerlos y qué valor darles en el proceso de la personalización? ¿En qué medida las circunstancias nos afectan o cómo  nosotros las aprovechamos para crecer en libertad y en verdad? En una sola pregunta: ¿qué son los memoriales y cómo procesarlos  en la historia de vida?
Memorial, en su referencia etimológica, es un documento en el que se recopilan los hechos. Puede entenderse como un libro o cuaderno en el que se apunta una cosa con un fin determinado. Puede entenderse también como un acto público en memoria y honor de una persona: un famoso deportista, un trabajador social, un ilustre educador, etc. Finalmente, memorial puede expresarse como publicación oficial de algunas sociedades.
En el ámbito de la religión hebrea, memorial es el recuerdo de las hazañas y milagros realizados por Yahvé en favor del pueblo. En Éxodo 13,1-8, se lee: “Dijo, pues, Moisés al pueblo: “Acuérdense de este día en que salieron de Egipto, de la casa de la servidumbre pues Yahvé les ha sacado de aquí con mano fuerte. Salen hoy en el mes de Abid /…/ Celebrarás este rito en este mes /…/. En aquel día harás saber a tu hijo: “Esto es con el motivo de lo que hizo conmigo Yahvé cuando salí de Egipto””. Precisamente la celebración de la Pascua era considerada por los judíos como el memorial por autonomasia (indica un acto de memoria). El hecho de revivir los elementos externos que acompañaron la primera pascua (alimentos, la prisa, el modo de ponerse el vestido, el discurso del padre de familia, etc.) quería significar que no se trataba solo del recuerdo de un hecho pasado sino que de alguna manera se participa hoy en el hecho sucedido, haciéndolo presente, o más bien, trasladándolo al hombre que lo vive en la liturgia al momento de este evento.
En el ámbito concreto de la Iglesia católica, se utilizó el término memorial para describir la participación de los fieles en los misterios de la vida de Cristo, en especial de la Última Cena y en el sacrifico de la Cruz, a través de la liturgia. El mandado de Jesús: “Hagan esto en conmemoración mía” (Mc 14,22-24). La misa no introduce un nuevo sacrificio, sino que es participación al sacrificio único de Cristo, es decir, un memorial. La naturaleza del memorial de la eucaristía, según san Cipriano de Cartago, consiste en que el sacerdote repita exactamente los gestos de Cristo narrados en el evangelio. En general, los padres de la Iglesia primitiva recurrían a la categoría memorial para explicar el modo en que se hacía presente en la eucaristía y usaban expresiones como “en misterio”, “en sacramento”, “en ícono” para manifestar la forma de esa presencia. El Catecismo actual de la iglesia católica lo expone en estos términos: “La Eucaristía es el memorial de Pascua de Cristo, la actualización y la ofrenda sacramental de su único sacrificio, en la liturgia de la iglesia, que es su cuerpo. En todas las plegarias eucarísticas encontramos, tras las palabras de la institución, una oración llamada anámnesis o memorial”.
Hay momentos, personales o sociales, importantes que apuntalan y sostienen la propia vida, la cultura de una ciudad o de un pueblo. A estos momentos les hemos venido llamando “memoriales”. Y están conformados por un conjunto de detalles o factores, amalgamados en una unidad, que a su vez se integran en la unidad de la persona humana. La toma de conciencia de estos memoriales, que conforman nuestra personalidad y le dan una dinámica vivencial, constituyen la personalidad de cada quien. Para poder integrarlos en la personalidad se requieren momentos para descubrirlos, correlacionarlos entre sí, sentir su dinamismo y ver la orientación que le da sentido. Desde que nacemos, se van dando en la vida del recién nacido y del niño que va creciendo esos rodrigones de la existencia propia de cada quien. El tejido que se va amalgamando en la historia personal diseña el talante de cada persona.
¿Cómo hacer para descubrir los memoriales que conforman la existencia de nuestro modo de ser persona? ¿Cómo llegar a conocerse en su propia intimidad? ¿Cómo detectar las causas y las consecuencias, que anteceden a las vivencias existenciales de la persona? El camino que creo válido es el de escribir la historia de vida. Quien asume esta tarea a fondo y se entrega de lleno a misión de realizarla va adquiriendo una transparencia que ilumina cada uno de los memoriales y los entretejidos que unen. ¡El modo es escribir la historia de vida!, como si se tratara de voltear el guante y verlo por dentro. En el anverso y reverso y en su devenir histórico se repliega la existencia propia. El problema está en que son pocos los que asumen esta tarea de narrar lo vivido, lo recordado, lo que está incrustado incluso en lo recóndito de nuestro consciente.
Dos son las dificultades que obstaculizan el camino: el hecho de escribir y el tener que hablar de uno mismo. En el proceso de conocerse a sí mismo, es recomendable escribir: lo escrito, escrito está. Y puede ser retomado en una lectura ulterior, en un autoexamen, en una relectura comprensiva y crítica. De alguna manera, la expresión escrita, el arte plasmado en sus múltiples matices, son modos de narrar lo vivido, de revivir lo que es actualizado en el recuerdo, en el memorial. Más difícil resulta escribir sobre uno mismo: los miedos ocultos, los complejos que nos impiden ser uno mismo, la censura del qué dirán y otras autolimitaciones que nos vamos poniendo… Una manera de derribar barreras para introducirse en la historia de vida es el ejercicio de escribir lo que nos sugiere el confrontarnos con personas que lo han hecho de una manera vivencial, histórica y proyectiva. Dos figuras me han provocado: san Marcos en su evangelio y la personalidad de don Bosco. Vamos a intentarlo por separado, pero con mismo espíritu.
El blog es una buena manera para expresarse, para decir lo que soy, pienso y siento. Exige reflexionar, requiere apertura al entorno, permite interaccionar y relacionarse, y, de una manera muy libre, favorece la solidaridad y la fraternidad. Memoriales son algo así como los múltiples caños que surten los grandes ríos de Amazonas. ¡Y ahí vamos todos al inmenso mar del Infinito!
En el camino veremos los resultados. De mi parte ¡Voy a intentarlo!

Comentarios

  1. Comparto esa idea, creo que al compartir experiencias de nuestro diario vivir ayudan a fortalecer los vínculos de amistad.

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